El gusto por la vida y por la belleza propios del Renacimiento se refleja en un tema recurrente en los poetas de la época: la exhortación a una joven para que ame, antes de que el tiempo marchite su belleza. Así lo hace Garcilaso de la Vega en este inspirado soneto.
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En tanto que de rosa y azucena se muestra la color en vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto, con clara luz la tempestad serena;
y en tanto que el cabello, que en la vena del oro se escogió, con vuelo presto por el hermoso cuello blanco, enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado, todo lo mudará la edad ligera por no hacer mudanza en su costumbre. .
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