martes, febrero 24, 2009

Jacinto Polo de Medina y El Buen Humor de las Musas



A unas narices y una boca muy grande


A sombra de una nariz
sesteando está una boca,
que, por ser la sombra grande,
se extiende en ella espaciosa.

Bajo nariz tan discreta,
su amparo la boca toma,
que quien se arrima a buen árbol
le cobija buena sombra.

Por parecer liberal
renuncia fueros de hermosa,
que quiere ganar por larga
lo que otras ganan por cortas.

Admirada la cabeza
de ver boca tan señora,
toda en nariz se convierte
y a sus ventanas se asoma.

Según se ensancha y extiende,
ruin sin duda es la moza,
pues que de entrambas orejas
los largos términos toca.

A la boca, por ser grande,
para cubrirse con pompa
delante el rey, la nariz
le está sirviendo de gorra.

Mas ella, como indignada
por lo que tiene de roma,
parece que la maldice
con censuras por la rota.

Son ambas tan principales,
que puede la boca sola
ser boca de Boquingán,
y la nariz de Mahoma.

Ambas, por lo singular,
han crecido en tanta copia;
la boca con arrogancia,
la nariz con vanagloria.

Si es la boca por lo grave
marquesa de Barcarrota,
la nariz, archinariz
de narices amazonas.

Letra en rasgos diptongada
es la boca en jerigonza,
la nariz muestra de rienda,
por lo grande y por lo gorda.

La boca es puente del Nilo,
por donde, en creciendo, emboca,
y por ver tanta nariz
de chato Ovidio blasona.

La boca mayor et maius
está para con alforja,
y la nariz borromea
es de la cara corcova.

En fin, la boca es un texto
que tiene nariz por glosa,
siendo la boca la base
y ella el Coloso de Rodas.


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martes, febrero 17, 2009

Canto a la Libertad de José de Espronceda


La Canción del Pirata


Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín:
bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul:

"Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
cien naciones
sus pendones
a mis pies."

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

"Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor."

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

"A la voz de «¡barco viene!»
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival."

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.

Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

"Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar."

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar

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miércoles, febrero 11, 2009

Federico García Lorca y Nueva York


LA AURORA

La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.

La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.

Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.


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