Miguel Hernández a su pobre hijo, que para comer no tiene más que pan y cebolla...
NANAS DE LA CEBOLLA
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo! .
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera! .
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco
jazmines adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
.
martes, febrero 28, 2006
lunes, febrero 27, 2006
Morir de amor
Un enamoradizo Garcilaso de la Vega sufre por amor como todo buen poeta renacentista.
Yo no nací
sino para quereros
Escrito está en mi alma vuestro gesto,
Y cuanto yo escribir de vos deseo,
Vos sola lo escribiste, yo lo leo
Tan solo, que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy. y estaré siempre puesto;
Que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo
De tanto bien lo que no entiendo creo,
Tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
Mi mal os ha cortado a su medida;
Por hábito del alma misma os quiero.
Cuanto tengo confieso yo deberos;
Por vos nací, por vos tengo la vida;
Por vos he de morir, y por vos muero.
.
Yo no nací
sino para quereros
Escrito está en mi alma vuestro gesto,
Y cuanto yo escribir de vos deseo,
Vos sola lo escribiste, yo lo leo
Tan solo, que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy. y estaré siempre puesto;
Que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo
De tanto bien lo que no entiendo creo,
Tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
Mi mal os ha cortado a su medida;
Por hábito del alma misma os quiero.
Cuanto tengo confieso yo deberos;
Por vos nací, por vos tengo la vida;
Por vos he de morir, y por vos muero.
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